A veces sonreímos por fuera, pero por dentro estamos luchando en silencio. Nos acostumbramos a guardar lo que sentimos, a decir “estoy bien” aunque la mente y el cuerpo digan lo contrario. Pero lo que callamos, también nos habla… y a veces, nos duele.
Reprimir emociones no las hace desaparecer. Al contrario, se acumulan y terminan saliendo de formas inesperadas: ansiedad, insomnio, irritabilidad, tristeza constante o fatiga emocional.
La psicología clínica nos ofrece un espacio seguro donde lo no dicho puede salir sin miedo. Donde las emociones tienen permiso de existir, ser nombradas y transformadas. Hablar con una psicóloga no es solo “desahogarse”, es comenzar a sanar.
Porque sí, lo que callas también habla… pero cuando lo expresas con ayuda profesional, empieza a liberarse.
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